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SURFEANDO CHIAPAS (Segunda Ola)

Y nos fuímos al que para nosotros sería el último gran Pueblo Mágico que visitaríamos en México. Uno de los que más nos gustó, San Cristóbal de las Casas.

Jaime, nuestro nuevo couchsurfer nos recibió con un día de turisteo a lo grande, que dió para visitar museos, grutas e iglesias en ruinas.

Con esto bastaba para adivinar que en San Cristóbal  nos esperaban muchas emociones. Así que, decididos estábamos a alquilarnos un cuartito por unas semanas cuando Jaime nos dijo:

– Yo no les estoy corriendo, se pueden quedar el tiempo que quieran.

Y nos quedamos.

Además de la belleza arquitectónica de San Cristóbal, nos impresionaron bastante sus habitantes. Sus calles se llenan de color con los ropajes de las etnias de toda la comarca, predominantemente tzotziles (mayas); gran parte de ellos hablan su lengua materna. Es curioso cuando los escuchas hablar y de cuando en cuando se oye alguna palabra en español. Para experimetar esto no hay más que subirse en una combi abarrotada, el único que hablará español serás tú.

Una visita obligada estando en «Sancris» es a San Juan Chamula. Este pueblito es de lo más pintoresco y auténtico. Sus habitantes siguen siendo en su mayoría tzotziles. Lo más atractivo de Chamula es su iglesia, donde aún a día de hoy se mezcla la santería de sacrificio de animales con la religión católica, razón por la cual está prohibida la toma de fotos en el interior de la iglesia. Se intentó, pero Interior iglesia de Chamula.no se pudo. Aunque se puede rescatar alguna de San Google. Se conoce como la «Iglesia de los Santos Gordos«, porque cuando les ponen ropa nueva no les quitan la que llevan ya puesta, y así van engordando. Además de la iglesia, en Chamula hay que visitar su cementerio.

Si algo nos llamaba de Chiapas eran «los zapatistas», ese movimiento libertario constituido por agricultores e indígenas, que había conseguido dejar al gobierno, al mal gobierno, fuera de juego. Pero el movimiento en estas fechas está un poco aletargado, y aunque resuenan rumores de un nuevo levantamiento, a nosotros nos tocó en hibernación. No había marchas, ni asambleas, ni información, ni nada. Ahora estaban más preocupados peleando los unos con los otros por razones de religión que luchando juntos contra el gobierno vendido a la corrupción, los narcos y las grandes corporaciones. Además, resulta que entrar en terreno zapatista no es ni mucho menos fácil, es más, puede ser bastante peligroso, y es que no quieren a nadie en su territorio, ni gobierno, ni extranjeros, ni nada de nada. Para entrar en un pueblo zapatista hay que pedir permiso, esperar largo rato a ver qué deciden, y entonces, si es que te dejan entrar, te niegan la palabra. No les interesa explicar sus inquietudes políticas. No permiten hacer fotografías.

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Nosotros nos acercamos al pueblo zapatista de Mitzitón. La combi nos dejó en la carretera, y nos encontramos con un pueblo vallado a ambos lados de la misma, ya que los vecinos de uno y otro lado andan a la gresca. Nos limitamos a dar un paseo por el entorno y cuando nos cruzamos con una muchacha le preguntamos si podíamos pasear el pueblo, y ¿cuál fué su respuesta?:

– Si solo van a pasear, sí, siempre y cuando no ….

Siempe y cuando no ¿qué?. ¿Qué otra cosa íbamos a hacer? . Y es que estos zapatistas son bastante cerraos de mollera. No nos sentíamos cómodos y nos volvimos por donde habíamos llegado. Al final sientes lo mismo que cuando entras a USA, eres un puto indeseable en terreno hostil. Así que poco «zapatismo» experimentamos.

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Los llamados «usos y costumbres» están vigentes en los pueblos y comunidades indígenas de Chiapas. Ya los mencionamos en otra entrada. Este sistema está, incluso, por encima del Estado mexicano. Os contamos, a modo de ejemplo:

1 – Si atropellas una gallina te saldrá a precio de oro, ya que habrás de pagar por la gallina muerta lo que estime el granjero, dependiendo de lo buena que fuese la susodicha, pero además, habrás de pagar por toda su posible descendencia, ya sean huevos o pollos. Y si el atropellado es una persona, se han dado casos de linchamientos. Aquí no se andan con tonterías.

2 – Todos los miembros están obligados a ir a las marchas (concentraciones) que se convoquen y vestidos con el atuendo étnico de procedencia.

3 – Los niños y adolescentes tienen que cursar sus estudios en las escuelas de la comunidad. Se dió el caso de un chico que asistía a un colegio estatal y por orden del consejo de su comunidad tuvo que abandonarlo y cursar sus estudios en el colegio de la misma; no le quedó otra opción, pues para continuar en el colegio estatal, éste último debía pagar al consejo una suma considerable de pesos.

4 – El uso horario de estas comunidades no cambia ningún día del año, por lo que existe una diferencia horaria de una hora entre las grandes ciudades de Chiapas y sus pueblitos. Durante 6 meses, aquí son las cinco y a diez minutos son las seis. Ahora vas y lo cascas.

Jaime nos brindó la oportunidad de hacer varias escapadas interesantes y así nos fuímos a la Selva Lacandona. La carretera es de las más pesadas que pueden existir, si  no me equivoco cada 25 metros existía un tope (resalte), por supuesto, sin señalización…

Las primeradas paradas fueron para ver las Cascadas de Agua Azul y la de Misol-Ha. Y por primera vez en el viaje, por no decir en nuestras vidas, llegamos en temporada seca, por lo que los ríos y cascadas lucían un hermoso azul turquesa increíble.

La Selva Lacandoa está poblada por el pueblo maya Lacandón, de ahí su nombre. El día que llegamos al lugar estaba todo el pueblo de reunión. Tristemente. Y digo tristemente porque desde hace poco el gobierno de México ordenó que el pueblo Lacandón fuera evangelizado, y éste y no otro era el motivo de dicha reunión. Parece mentira que eso de la evangelización obligatoria llegue aún a nuestros días; gracias a dios dejaron atrás la espada, pero siempre haciendo uso de medidas cohercitivas. De hecho, hay tanta evangelización últimamente que hasta a los pueblos les están cambiando sus nombres, como es el caso de las actuales Belén y Betania, que no sabemos como se llamaban antes, pero seguro que así no.

Las ruinas arqueológicas de Palenque basta con mencionarlas, porque a pesar de ser unas de las más famosas y visitadas de todo México, a nosotros nos resultarón más, más…; no puedo definirlas. Pero quisiera que os hiciéseis una idea de lo que significan otras ruinas cuando llevas tantas y tantas en el cuerpo, ya dejan de impresionar, es como ir a una playa nudista, los dos primeros cuerpos chocan, impresionan, ponen o avergüenzan, después de poco rato, ya no ves ni a gente desnuda. Pués lo mismo.

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Nuestros últimos días en Chiapas los pasaríamos en Comitán de Domínguez, donde visitaríamos las expectaculares Lagunas de Montebello. Estas lagunas están tan cerca de Guatemala que la frontera cruza por una de ellas. Es divertido cuando las fronteras sólo son unas bollas en el agua, o unos monolitos en el suelo, sin policía de inmigración, cambio de monedas, duty free shops o barreras y vallas. Las lagunas forman parte de un ejido, es decir, son administradas de forma colectiva por los vecinos del lugar, que van rotando periódicamente en sus funciones. Otra forma peculiar de organización comunal que predomina en la zona.

Y el último día de despedida lo dedicamos a las casacadas de El Chiflón, la más famosa de ellas llamada Velo de Novia.

Y éste fué nuestro último spot en México. Sin lugar a dudas, un hermosísimo lugar para llevarse un hermosísimo recuerdo de un país extraordinario.

SURFEANDO CHIAPAS (Primera Ola)

Cuando tienes muchas expectativas sobre un lugar o una persona, o lo que sea, raras veces estas expectativas se ven satisfechas, muy raras veces. Chiapas se convirtió en una de esas raras veces. Para nosotros este estado era como lo más de lo más, lo muy de lo muy de México; tanto habíamos oído hablar de su belleza, de su cultura, de sus gentes, de su zapatismo, que ya llegando nos temíamos una decepción, un «bueno, está bien, pero no es para tanto». Pero no, definitivamente, Chiapas es la caña de España, la neta del planeta. Tiene tanto que ofrecer…

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«Chiapasiónate» reza el eslogan promocional del estado, y nosotros nos «chiapasionamos». Primero en Tuxtla Gutiérrez, su capital (Tuxtla significa coneja, y Gutiérrez viene de algún gobernador de por allá). No es que sea una bonita ciudad, y el calor es de lo más sofocante, pero sí es cierto que tiene algo especial. Lo más vendido allí es el Cañón del Sumidero en el río Grijalva, no en vano es la imagen del escudo de Chiapas. A nosotros no nos pareció tan impresionante como nos lo vendieron; nos tocó en temporada seca, por lo cual sin casacadas estaba bastante deslucido. Quizá por eso nos pareció un poco caro.

En cualquier caso, si visitas Tuxtla hay que dar el paseito en barco por allí.  La lancha en cuestión zarpa de Chiapa de Corzo, otro de los Pueblos Mágicos, muy cercano a la capital, en el que pudimos comer los mejores tamales de México, unos tamales de mole con pasas, cortesía de Ricardo, nuestro couchsurfer, que quitaban el hipo.

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Tan bueno estaba el tamal que pa cuando saqué la cámara ya sólo quedaba esto.

De Chiapa de Corzo es originario el traje o vestido de chiapaneca. Algunos afirman que es el más bello de México. También son famosos los Parachicos, danzantes tradicionales. Cuenta la historia que una mujer guatemalteca, o quizá española, una mujer «de maneras y pudientes» veía a su hijo enfermar más y más cada día. Visitó doctores, curanderos y brujos, pero el niño no mejoraba. Álguien le dijo que en Chiapa de Corzo podría encontrar por fin remedio. Y lo encontró. Y se puso recontenta, y lo celebró. Y los habitantes del pueblo celebraron con ella, se pusieron sus mejores vestidos, y máscaras blancas para no desentonar con la piel de la señora. Bailaban y cantaban a su alrededor. Cuando la señora entregaba los regalos a los bailarines en agradecimiento decía: “para el chico”. Hoy se sigue celebrando la festividad, pero sin señora.

La marimba, instrumento musical 100% chiapaneco, es motivo de orgullo, símbolo y referente del estado. Nosotros tuvimos la inmensa suerte de ser atrapados por sus ritmos en el Parque Jardín de la Marimba de Tuxla. Bailamos y gozamos de un excepcional ambiente festivo, de una verbena popular y populosa, donde todos, jóvenes y no tan jóvenes, locales y extranjeros, virtuosos y torpes se hermanan con las melodías cantadas por la marimba.

Y después, extenuados con tanto baile y tanto calor nos refrescamos con la mejor agua de horchata en «La Michoacana».  No es más que leche de arroz, pero ¡Dios, qué sabor!. Son muy populares en México las aguas frescas: de pepino, de sandía, de tamarindo, de limón, de jamaica… Estas aguas surgieron como contrapartida a la excesiva adicción de la gente por la Coca-Cola y similares. Pero si hay una bebida típica de Chiapas es el pozol, bebida refrescante a base de cacao y maíz, también lo hay blanco (sin cacao). Nosotros tomamos el de cacao y tiene regusto a maíz tostado. No nos apasionó mucho, la verdad.

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Agua de horchata con nieve de tuna (chumbo).

Al poco nos fuimos a San Cristóbal de las Casas. Nos esperaba el último de los Pueblos Mágicos que visitaríamos en México. Quizá el más mágico, es difícil evaluarlo, y las comparaciones son odiosas. Nos esperaba también Jaime, nuestro último couchsurfer mexicano.

SURFEANDO OAXACA

Llegamos a Oaxaca en una compañía de buses muy barata, tanto como la mitad del precio de los estándar. Son baratos porque los asaltan con frecuencia, y porque paran en una estación ubicada en la zona más peligrosa de la ciudad. Tanto es así, que Jacob, nuestro couchsurfer no quería que salieramos de la estación caminando, así que pospusimos el viaje un día porque no era aconsejable llegar de noche, y el quería ir a buscarnos, eso sí, de día. Con él y su mamá pasamos los primero días en Oaxaca.

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Si nunca estuvísteis en México, es posible que estéis leyendo Oaxaca malamente, se lee «Uajaca». No olvidéis la cantidad de lenguas, dialectos y etnias que hay por aquí. De hecho, llegar a Oaxaca es entrar en el México profundo, el de los nativos, las lenguas, los «usos y costumbres», el folklore y todas esas cosas que tanto nos gustan.

Para que os hagáis una idea. Estuvimos parando en casa de Marco, un chico que aprendió el castellano a los trece años. Él proviene de las montañas, de un pueblito mixe, y estudia Empresariales en la Universidad con el único objetivo de ayudar a su pueblo, porque allí hacen cerveza, y muy buena, y vestidos, y un montón de buenas cosas que álguien debe poner en el mercado de forma adecuada, álguien que no venga a su pueblo a joderles la vida, a cambiar su filosofía de vida, sus usos y sus costumbres.

De las 500 poblaciones que tiene este estado, cuatrocientas y pico funcionan con lo que ellos llaman «usos y costumbres». Ésta es una de las primeras cosas que nos entusiasmaron en Oxaca. No hay partidos políticos que se presenten a las elecciones, no hay políticos profesionales, ni tan siquiera la policía es profesional. Todo funciona gestionado por los propios vecinos, ellos se turnan para ejercer los diferentes trabajos comunitarios, ellos deciden quién, cuándo y cómo. Llega el punto en el que el pueblo hace las veces, incluso, de jueces y verdugos, llegado el caso. No es extraño que si algún narco o delincuente habitual se deja caer por uno de estos pueblos para hacer de las suyas, acabe decapitado, castrado, desollado o apaleado, según la fechoría.

Está claro que este sistema no es perfecto, tiene sus luces y sus sombras. La justicia funciona a base de escarmientos, pero si el que ostenta la representación política roba se le hace devolver todo lo robado y el escarnio público llega a extremos que ríome yo de los escraches españoles.

Por otra parte, la inversión extranjera no es bienvenida, muestra de ello es este cartel. Temen principalmente a los chinos, y su principal argumento es que en un litigio frente a un extranjero siempre saldrá ganando éste. Nos quedamos con las ganas de comprarnos un terrenito.

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Es aquí, en Oaxaca, donde nos encontramos por primera vez con los «taxis comunitarios», a precio de autobús. Una idea que deberíamos importar a España, y que nos acompañarán en los próximos países. Consejo: nunca te sientes en el asiento del copiloto porque puedes acabar sentado sobre la caja de cambios, ya que en la próxima parada se te sentará al lado María con su caja de verduras.

Por aquí, como por todo México, son muy bebedores de cerveza; desde por la mañana, manejando, en la plaza, en el bar o paseando por la calle, no importa.  Y es que son muy, muy fiesteros. Todo lo celebran, todo es motivo de emborrachamiento, incluso los funerales. Pero es cuando las chicas cumplen sus 15 años una  de las fiestas más celebradas en México, y en toda América Latina; y resulta curioso que si no tienen recursos para contratar un local, simplemente cortan la calle y lo celebran a lo grande. Los vecinos no protestan por eso.

En México la situación política está bastante caliente, y cuando estuvimos en Oxaca, los maestros estaban acampados en el Zócalo. Una reciente reforma educativa, agrabada con la ejecución de 43 estudiantes, los tenía bastante alterados. Aprovechando las protestas, una importante horda de vendedores ambulantes tenían tomada la plaza y alrededores, desluciendo bastante la belleza de esta parte de la ciudad. Además, por si fuese poco, el gremio de taxis también estaba en efervescencia, cortando avenidas, volcando y quemando coches, y esas cosas que hacemos los humanos llevados por la desesperación. Al jefe de uno de los sindicatos se lo llevaron en una furgoneta, cosa que ni siquiera la familia que estaba presente pudo evitar, y no sabemos cómo ni cuándo aparecerá. Por desgracia, estas cosas son muy comunes por acá.

Con tanta protesta y corte de tráfico, no fué nada fácil hacer un par de excursiones que teníamos en mente. Se convirtió en una odisea, pero finalmente pudimos visitar dos de las más significativas atracciones de Oaxaca: El Árbol del Tule y las cascadas petrificadas de Hierbe el Agua.

Se supone que el Árbol del Tule es el más grande del mundo por su diámetro, que no por su altura. Pero tampoco es que nos pareciera nada del otro mundo. En un principio eran varios árboles que acabaron siendo uno solo. Se encuentra localizado en el atrio de la iglesia de Santa María de la Asunción.

Hierbe el Agua sí nos pareció algo de otro mundo. Es alucinante. Una vez más nos encontramos con un hermoso regalo de la naturaleza, de esos que no te dejan indiferente. Las cascadas se petrificaron como consecuencia de la cantidad de sedimentos que transporta el agua. Y también este agua ha dado lugar a la creación de piscinas naturales. Espectaculares. Sin lugar a dudas, un lugar imprescindible en Oaxaca.

Quedamos impresionados por las gentes, las costumbres y la naturaleza de este estado. Llegamos a pensar que este sería el punto álgido de México. No sabíamos lo que nos esperaba en Chiapas…

SURFEANDO MÉXICO DF

Al principio el DF no estaba en nuestros planes, pero la ola nos lanzó hasta allí. Y nos alegramos, y mucho, el Distrito no es una ciudad cualquiera, tiene mucho que ofrecer, muchísimo. De entre las grandes ciudades que hemos visitado hasta ahora, ésta es decididamente de las mejores.

Llegamos por la tarde a casa de Yoshi. Nuestro primer encuentro con un «chilango» (natural del DF) y resulta que es japonés. Cuando menos curioso, ¿verdad?.  Pasamos pues unos días turisteando el DF y aprendiendo cosas del Japón. Lo diré cien millones de veces: el couchsurfing es maravilloso. A los pocos días, quedando aún mucho por ver, nos mudamos con Enrique y Adria, bueno y Alex, que siempre andaba por allí.

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El centro histórico de México DF lo conocimos en un free tour. La verdad es que hay que agradecer a Trip Advisor esta labor. Los free tour son una delicia, especialmente cuando no hay nadie más en el grupo, como fué nuestro caso, y además ¡era el primero en español!. Durante este paseo conversamos, bromeamos y aprendimos un montón de cosas.

Por ejemplo, que la palabra México significa «Ombligo de la Luna» en Náhuatl. Y es que los Aztecas fundaron su capital, la gran ciudad de Mexico-Tenochtitlán, en una isla ubicada en el centro (ombligo) del lago Texcoco (lago de la luna). Aunque hay otras versiones, nosotros nos quedamos con ésta, que fué la que nos contaron.

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Y como resultado de construir sobre lagos y zonas acuíferas es fácil ver suelos desnivelados o incluso «ondulados», y edificios inclinados. El terremoto del 85 hizo mella en el DF. Muy pocos edificios superan los tres pisos.

También aprendimos que el archiconocido Zócalo, en el mismo centro, es llamado así por una estatua inconclusa de la que sólo se llegaría a construir el zócalo, aunque el zócalo en sí ya no existe. Este nombre se ha generalizado en México para designar el centro de las ciudades.

A finales del siglo XIX y principios del XX México tuvo un presidente por más de treinta años: Porfirio Díaz (el que construyó el susodicho Zócalo). Quizá parezca que esto es un pelín antiguo ya, pero os aseguro que no lo es. Esta figura política aún está en boca de todos los mexicanos, partidarios o detractores. Este hombre hizo muchas cosas por y para México, era un enamorado de Francia y quiso emular a «la ciudad de las luces», motivo por el cual invirtió mucho esfuerzo, tiempo y dinero en modernizar el país, en especial el DF. Así trajo el teléfono, la red eléctrica y cosas de ese tipo que gustaron mucho. También construyó todo lo construible, siempre con un estilo muy rococó, muy parisino. Pero en su afán de modernismo olvidó a un pueblo castigado por el hambre, dejó a los indígenas sin tierras… y sucedió una enorme crisis económica, social, cultural y política. ¿Os suena? .

Bueno o malo, este presidente fué derrocado mediante un conflicto armado en 1910. Ésta es la revolución que tan famosos hizo a Emiliano Zapata o a Pancho Villa. Con ellos empezó lo que es México hoy en día.

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Pero para conocer la historia de México hay que visitar el Museo Nacional de Antropología. Es alucinante la riqueza etnográfica de este país, actualmente hay como 60 etnias diferentes, con sus respectivos idiomas: Nahuas, Mixtecos, Zapotecos, Mixes, Tzotziles, Tzeltales, Mayos, Mayas…; todos ellos, además de sus lenguas, mantienen costumbres, gastronomía, vestimenta y tradiciones. Un total de 12 millones de indígenas, que ya os podeis imaginar la riqueza que aportan al país. Aunque no lo creáis, hay enormes dosis de racismo por aquí, no todo el mundo quiere a los «indios», que es como los llaman peyorativamente. Ellos, en cambio, desean que los llamen «nativos». Y, evidentemente, las instituciones no facilitan la convivencia.

Los Nahuas son descendientes directos de los Aztecas, pero antes estuvieron los Toltecas, y antes los Mayas, y antes los  Teotihuacanos, y antes los Zapotecas, y antes los Olmecas y antes… bueno, algún siberiano despistado cruzó el puente de Beringia (estrecho de Bering). Todas estas culturas se asentaron en diferentes partes de lo que hoy es México, algunas coexistieron, algunas ya estaban extintas y otras en ciernes cuando Cristóbal Colón partía de Huelva. Los Aztecas estaban pegando fuerte, muy fuerte. Era un pueblo guerrero, nada místico. Pero vino el bueno de Hernán y les «pinchó la pelota». Algún día hablaremos de lo bonito que lo hicieron los españoles cuando se dejaron caer por aquí.

Teotihuacán es la ciudad precolombina de mayor tamaño descubierta hasta la fecha porque, aunque parezca mentira, queda mucho por descubrir, pero el Gobierno no está por la labor de financiar tales trabajos. Teotihuacán es famosa por las piramides del Sol y la Luna, las más altas que se conocen, excluyendo las egipcias. Y cada solsticio de verano cientos de miles de personas vienen a ver el espectáculo de los rayos del sol descendiendo sobre las pirámides y a cargar sus obsidianas para todo el año.

Las gentes cargan las  obsidianas en Teotihuacán y las pilas en el Bosque de Chapultepec, que, para que nos entendamos, es como el Central Park de México. Tiene su laguito, sus museos, sus restaurantes, miles de puestos de comida y bebida, su zoológico, sus fuentes, sus monumentos e, incluso, su castillo. Sí, un castillo que, por lo visto, es el único de América Latina, convertido en Museo Nacional de Historia. Y es que después de independizarse de España, México fué un imperio con su emperador, un imperio muy efímero, apenas de unos pocos años. Maximiliano I de México fué ejecutado en Querétaro  tres años depués de llegar a estas tierras desde Austria. Empezaría entonces la era de otro de los grandes presidentes: Benito Juárez.

Pero lo más significativo del Castillo de Chapultepec es la historia de los «Niños Héroes», hoy ya deformada y convertida en mito, símbolo patrio de honor y valentía. No en vano en cada pueblo de México hay una calle «Niños Héroes». Resumiendo bastante: durante la invasión norteamericana a México el castillo era una academia militar y fué tomada por el ejército de Estados Unidos. Durante la batalla cayeron cinco cadetes, uno de ellos, Juan Escutia, se cuenta, que para impedir que el enemigo obtuviera la bandera mexicana se la enrolló en el cuerpo y se lanzó al vació. Parece que la historia no fué así, pero así la cuentan…

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Mural a la entrada del Castillo de Chapultepec, sobre la escalera, justo sobre el techo, en la que se representa a Juan Escutia envuelto en la bandera mexicana el 13 de septiembre de 1847.

También hay en DF un lugar ideal para descargar tensiones y estreses, un lugar ideal para celebrar y, como no, para ponerse pedos: Xochimilco, que significa «el lugar del terreno fértil de flores». Xochimilco tiene particular importancia por la existencia de las chinampas, testimonio de una antigua técnica agrícola; entre ellas dejaban canales de agua para transportar los alimentos en canoas.  Hoy son populares los paseos en trajineras, y lo más llamativo en el lugar es la Isla de las Muñecas, pero por razones del destino no pudimos ir, solo dió para ver una pequeña réplica.

LLegamos al DF con cierto recelo por la inseguridad que venden, pero no es para tanto; es cierto que apenas entramos en las zonas «densas» o «pesadas», como las llaman ellos. Cuando estábamos con Enrique y Adria, la parada del metro más cercana era un punto caliente y ellos preferían dar un rodeo para ir por zona segura, pero a nosotros nos valía madre. Nunca tuvimos un problema.

Así como también nos preparábamos para lo peor en cuanto al metro. Se supone que, al menos en hora punta, el metro es impracticable. Qué queréis que os diga, después de Beijing y Shanghai, a nosotros nos pareció de lo más normalito.  Lo que sí resulta muy particular y divertido son los vendedores, vendimias de todo: comida, bebida, helados, alargaderas, medicinas, libros, raseras…, todos con la misma cantinela:

– Traigo paletas de naranja y limón. Cinco pesos le vale, cinco pesos le cuesta.

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Pero ésta es la tónica general en cualquier transporte público, en cualquier calle, en cualquier semáforo… Eso nos gusta, por lo menos la «raza» se puede buscar la vida. En España, ya se sabe, necesitas permisos, licencias, carnet de manipulador de alimentos, pagar autónomos…; no hay dios que pueda salir adelante con tanta normativa estúpida e inservible.

Nos quedaban muchas cosas por ver en el DF, pero decidimos no perpetuarnos allá. Imperaba continuar con la ruta, seguir surfeando este maravilloso mundo. Y cogimos una ola que nos llevó a Puebla.