Esta vez la situación era diferente en el Hotel Boca Brava, si bien llegamos con cierto recelo por los despechos de la vez anterior, resultó grato descubrir que esta vez éramos bienvenidos. Encontramos el personal ampliado, nuevas caras, nuevos voluntarios y nuevos clientes. Pasamos unas semanas de maravilla, siendo felices y disfrutando de nuestras nuevas y renovadas amistades.
Estábamos ganando algo de pasta, por lo que viajar a Colombia ya era una realidad. Compramos los billetes con tiempo suficiente para terminar el bote, aunque el Universo se puso en nuestra contra los últimos días y por unas cosas o por otras quedaron pequeños detalles por terminar.
Muchas lágrimas derramamos el último día, esta vez dejábamos atrás intensas experiencias y buenas amistades. Pero el viaje must go on. Quién sabe, quizá volvamos un día para reparar el Catamarán de Brad.