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SURFEANDO USA

No estaba en nuestros deseos visitar USA, pero una ola nos llevó al «país de las libertades», a «la tierra de las oportunidades»… ¡Já!
¿Sabéis esos americanos que siempre están pidiendo a Dios que bendiga a los Estados Unidos de América?. Pues lo hacen porque realmente necesitan una manita del de arriba, y es que esto no es ni mucho menos como lo venden en Hollywood. Por cierto, Hollywood tampoco es como lo venden en los Oscars.
Es verdad que apenas hemos estado en cuatro ciudades, y que no podemos generalizar sobre un país entero por sólo cuatro de sus urbes. Es posible incluso que hayamos visto lo peor de lo peor, pero que queréis que os diga, lo que hemos visto resulta bastante decepcionante.

Honolulu, San Francisco, Los Ángeles y Las Vegas tienen algo en común, y es una cantidad desproporcionada de indigentes y loquitos. Los Angeles-88 lowNo os podéis hacer una idea de la cantidad de gente zumbada que hay por allí, en cada esquina, autobús o metro encuentras personas hablando solas o con amigos invisibles. Vaya usted a saber. A algunos les da por hacer «gimnasia», a otros por arremeter contra coches, otros hacen extraños gestos Los Angeles-153 lowindescifrables o convulsionan tirados en cualquier esquina. Y los peatones, por su parte, no reparan en ellos, parece que nada pueda alterar sus interacciones con el celular, pareciera que no hubiese vida más allá de la pantalla del último modelo de iPhone. A nosotros eso no nos gusta nada.

El «país de las oportunidades» está pues repleto de gentes viviendo en cajas de cartón porque perdieron su casa, y es que, quizá, haya una oportunidad para cada quién, y si la pierdes… ¡te jodes!. Los Angeles-134 low Los Angeles-135 lowEl «país de las libertades» está inundado de gentes atrapadas en su medicación o en la falta de ella, porque hace ya muchos años que la psiquiatría comparte los círculos de poder, y hoy, quien más y quien menos está sujeto a un tratamiento para combatir enfermedades inexistentes.Los Angeles-10 low Los Angeles-121 low El «país de los héroes» llena sus calles con excombatientes de ridículas guerras por la libertad de no se sabe bien quién. Ahí están, tirados en la calle, eso sí, con la categoría de héroes.

La comida no es lo mejor ni mucho menos; si hablamos de alimentación, es pésima. Al contrario que en China, por aquí el índice de obesidad es escandaloso. Se ven familias enteras de mórbidos, donde papás y niños pueden andar a duras penas, pero eso no les resulta un problema.

gordos
Foto «robada» de Google image.

Si hipotecas tu vida a un carrito con batería puedes conseguir una paga del estado. Se cuentan por miles las personas que viven sentadas «por comodidad».

Pero tienen cosas excelentes, por ejemplo, en los autobuses tienen un «porta bicis», y cuando compras tu billete éste es válido por varias horas, de modo que puedes hacer varios trasbordos sin problemas. Es curioso la cantidad de mujeres conductoras, quizá sean la mayoría, e incluso de una edad avanzada.

Especialmente en Honolulu, cuando miras a alguien a la cara te regala una sonrisa, eso es beautiful. Especialmente en San Francisco, la gente no tira las cosas viejas sino que las dejan en las esquinas para que cada quién pueda «proveerse», eso es wonderful. Especialmente en Los Angeles, puedes ver «detenciones peliculeras» en casi todas las esquinas, eso es amazing. Las Vegas, al menos la calle principal, «The Strip», es como un gran parque temático, absolutamente todo está orientado al divertimento, eso es awsome.

De cómo nos fué surfeando estas ciudades lo podéis ver aquí.

SURFEANDO HAWÁI, SAN FRANCISCO, L.A. Y LAS VEGAS

Aterrizamos en Honolulu a las seis de la mañana, y no salimos del aeropuerto hasta bien pasadas las diez. Nos retuvieron, nos interrogaron, nos registraron exhaustivamente por razones desconocidas. Nosotros suponemos que se asustaron porque anduvimos por Rusia, China y algún que otro país comunista o musulmán. Sospechoso, ¿verdad?.

Por lo que respecta a Hawái, tan solo conocimos Honolulu, con su Waikiki Beach y su Pearl Harbor. Nos resultó bastante insípido, la verdad. Las playas no son como las venden en las películas, el agua está muy fría y las olas son imposibles, a no ser que seas surfero, claro. Es todo carísimo y está demasiado turisteado, por lo que resulta imposible encontrar un remanso de paz donde «vivir hawaianamente la vida». Pearl Harbor, por su parte, no deja de ser un canal para difundir la más que consabida propaganda americanista, donde en lugar de mostrar los horrores de la guerra tratan de ensalzar a sus soldados como auténticos héroes que hicieron el más grande sacrificio por su país: soldados que murieron mientras dormían en un barco de guerra… Héroes, honor y patria… Bullshit.

En San Francisco estuvimos una semanita, la pasamos griposos, pero aún así disfrutamos bastante. Nos quedamos en casa de Rob y aprovechamos para hacernos con un nuevo equipo de fotos. ¡Guay!

La ciudad es chula, con sus cuestas, sus tranvías, su pier 39, sus leones marinos, su Golden Gate y su Alcatraz. Pero lo más divertido de San Francisco es su fauna humana: son abiertos, no demasiado patrióticos, liberales, con inquietudes culturales y un sentido de la moda bastante particular. En una ocasión nos topamos de lleno con un viejo en pelotas, bueno, casi en pelotas, porque el único atuendo que llevaba era una especie de taparrabos, mínimo, algo así como un condón de lana que le tapaba también sus huevos. Fué bastante como de susto. Hay cientos de músicos en la calle, y son muy buenos. Por supuesto, la «comunidad gay» está muy presente.

La visita a Alcatraz está rechula, hay audioguias en castellano y la narración es en primera persona por guardias y presos que estuvieron allí, eso lo hace muy especial. Lo único que me decepcionó de la prisión fué saber que «Birdman» nunca tuvo un pájaro en Alcatraz, y además era malo malísimo, de los peores psicópatas que pasaron por allí… con lo majo que se veía al Burt Lancaster… Una larga enfermedad lo tuvo confinado casi todo el tiempo en las celdas de la enfermería. No a Burt, a «Birdman«, of course.

Los Ángeles es feo, feo, feísimo. El centro se salva un poco, pero aún así no tiene nada especial, algún edificio interesante, pero nada del otro mundo.

Otro mundo es lo que pensábamos que encontraríamos en Hollywood, pero no. He visto más glamour en una boda gitana. Todo está caduco: indigentes, locos y borrachos, tiendas de lencería hortera y 3.000 estrellas en el suelo, estrellas que han de pagar los propios estrellados a razón de 30.000 dólares.  Se salva un poco la entrada del Teatro Chino por aquello de las huellas en el cemento. Eso mola.

Sunset Boulevard es requetelarga. Lo más interesante que encontramos, y por sorpresa, fué, sin duda alguna, el museo Psiquiatría: Industria de la muerte. Allí nos confirmaron los desatres de la psiquiatría en todo el mundo, especialmente en USA. Curiosamente en Hollywood muchas estrellas se han suicidado justo después de visitar a su psiquiatra, entre ellas Marylin Monroe, Ernest Hemingway o Judy Garland.

Hicimos un tour por Mulholland Drive, Beberly Hills y alrededores, donde pudimos ver, desde fuera y sin bajarnos de la furgonetita, las casas de muchos de los más famosos, aunque la mayor parte de ellas sólo se podían adivinar detrás de las inmensas vallas y enormes setos. También vimos las localizaciones de películas que están en la ruta;  esa parte está muy chula.

Beverly Hills es como un estado independiente dentro de Los Ángeles, las calles están diseñadas a conciencia, donde todo es perfecto: la alineación de los árboles, las bocas de incendios plateadas, hasta el aire corre en diferente sentido. En el trozo de Sunset Boulevard que atraviesa Beverly Hills están localizados los garitos y restaurantes propiedad de los famosos del séptimo arte, donde los precios son astronómicos. Nos hubiera gustado tomarnos algo en el bar de Johnny Depp, y pasar la noche en el hotel de Leonardo DiCaprio, después de una noche loca en el club de Cindy Crawford. Otra vez será. Y así llegamos a las tiendas de las marcas más exclusivas, donde cabe destacar al sastre del mismísimo Barak Obama, una cita en su apretada agenda cuesta nada menos que 1.200 dólares.

Conocer unos estudios de cine era algo así como obligado, así que nos decidimos a pagar los 53$ que costaba la visita a la «Paramount«. Mala decisión. Quizá es porque fuimos en finde y estaba todo bastante vacío, pero resultó aburridote. No es que sea un fake, pero no vale su precio, desde nuestro punto de vista. Está simpático el decorado de New York, y es interesante tomarse una foto en la tienda donde Audrey Hepburn roba en Desayuno con diamantes, pero la visita no dá mucho más de sí. No deja de ser un gran complejo de grandes naves. Y el tour te lleva a estudios donde se graban algunas comedias americanas que a nosotros ni nos van ni nos vienen. Tienen unas pocas estatuillas de los Oscars ganados, pero están en una vitrina y no se pueden tocar, así que te muestran una réplica para que compruebes su peso, pero no es lo mismo.

¿Hubiera sido mejor elección la visita a otros estudios? No íbamos a caer otra vez en la tentación, así que nos fuimos a Las Vegas.

Un único propósito nos llevó a la ciudad de los casinos: jugar al póker, jugar hasta ganar 15.000$. Viajar entonces por el Cañón del Colorado en helicóptero, alquilar un Masserati, ir al Cirque du Soleil, comer en un restaurante caro y continuar con nuestro viaje de mochileros miserables. Empezamos ganando, y luego ganamos otra vez, y otra, y otra… y luego perdimos, y perdimos y seguimos perdiendo… Nos fuimos como llegamos, pero muy orgullosos de haber sido capaces de financiarnos una semanita completa de juegos, comidas y hoteles.

Hay que reconocer que un poquito desilusionadetes sí que nos subimos en el autobús que nos llevaría a Tijuana, pero felices de regresar a países económicos y de volver a hablar español. Pero eso será otra entrada.