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SURFEANDO CHIAPAS (Segunda Ola)

Y nos fuímos al que para nosotros sería el último gran Pueblo Mágico que visitaríamos en México. Uno de los que más nos gustó, San Cristóbal de las Casas.

Jaime, nuestro nuevo couchsurfer nos recibió con un día de turisteo a lo grande, que dió para visitar museos, grutas e iglesias en ruinas.

Con esto bastaba para adivinar que en San Cristóbal  nos esperaban muchas emociones. Así que, decididos estábamos a alquilarnos un cuartito por unas semanas cuando Jaime nos dijo:

– Yo no les estoy corriendo, se pueden quedar el tiempo que quieran.

Y nos quedamos.

Además de la belleza arquitectónica de San Cristóbal, nos impresionaron bastante sus habitantes. Sus calles se llenan de color con los ropajes de las etnias de toda la comarca, predominantemente tzotziles (mayas); gran parte de ellos hablan su lengua materna. Es curioso cuando los escuchas hablar y de cuando en cuando se oye alguna palabra en español. Para experimetar esto no hay más que subirse en una combi abarrotada, el único que hablará español serás tú.

Una visita obligada estando en «Sancris» es a San Juan Chamula. Este pueblito es de lo más pintoresco y auténtico. Sus habitantes siguen siendo en su mayoría tzotziles. Lo más atractivo de Chamula es su iglesia, donde aún a día de hoy se mezcla la santería de sacrificio de animales con la religión católica, razón por la cual está prohibida la toma de fotos en el interior de la iglesia. Se intentó, pero Interior iglesia de Chamula.no se pudo. Aunque se puede rescatar alguna de San Google. Se conoce como la «Iglesia de los Santos Gordos«, porque cuando les ponen ropa nueva no les quitan la que llevan ya puesta, y así van engordando. Además de la iglesia, en Chamula hay que visitar su cementerio.

Si algo nos llamaba de Chiapas eran «los zapatistas», ese movimiento libertario constituido por agricultores e indígenas, que había conseguido dejar al gobierno, al mal gobierno, fuera de juego. Pero el movimiento en estas fechas está un poco aletargado, y aunque resuenan rumores de un nuevo levantamiento, a nosotros nos tocó en hibernación. No había marchas, ni asambleas, ni información, ni nada. Ahora estaban más preocupados peleando los unos con los otros por razones de religión que luchando juntos contra el gobierno vendido a la corrupción, los narcos y las grandes corporaciones. Además, resulta que entrar en terreno zapatista no es ni mucho menos fácil, es más, puede ser bastante peligroso, y es que no quieren a nadie en su territorio, ni gobierno, ni extranjeros, ni nada de nada. Para entrar en un pueblo zapatista hay que pedir permiso, esperar largo rato a ver qué deciden, y entonces, si es que te dejan entrar, te niegan la palabra. No les interesa explicar sus inquietudes políticas. No permiten hacer fotografías.

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Nosotros nos acercamos al pueblo zapatista de Mitzitón. La combi nos dejó en la carretera, y nos encontramos con un pueblo vallado a ambos lados de la misma, ya que los vecinos de uno y otro lado andan a la gresca. Nos limitamos a dar un paseo por el entorno y cuando nos cruzamos con una muchacha le preguntamos si podíamos pasear el pueblo, y ¿cuál fué su respuesta?:

– Si solo van a pasear, sí, siempre y cuando no ….

Siempe y cuando no ¿qué?. ¿Qué otra cosa íbamos a hacer? . Y es que estos zapatistas son bastante cerraos de mollera. No nos sentíamos cómodos y nos volvimos por donde habíamos llegado. Al final sientes lo mismo que cuando entras a USA, eres un puto indeseable en terreno hostil. Así que poco «zapatismo» experimentamos.

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Los llamados «usos y costumbres» están vigentes en los pueblos y comunidades indígenas de Chiapas. Ya los mencionamos en otra entrada. Este sistema está, incluso, por encima del Estado mexicano. Os contamos, a modo de ejemplo:

1 – Si atropellas una gallina te saldrá a precio de oro, ya que habrás de pagar por la gallina muerta lo que estime el granjero, dependiendo de lo buena que fuese la susodicha, pero además, habrás de pagar por toda su posible descendencia, ya sean huevos o pollos. Y si el atropellado es una persona, se han dado casos de linchamientos. Aquí no se andan con tonterías.

2 – Todos los miembros están obligados a ir a las marchas (concentraciones) que se convoquen y vestidos con el atuendo étnico de procedencia.

3 – Los niños y adolescentes tienen que cursar sus estudios en las escuelas de la comunidad. Se dió el caso de un chico que asistía a un colegio estatal y por orden del consejo de su comunidad tuvo que abandonarlo y cursar sus estudios en el colegio de la misma; no le quedó otra opción, pues para continuar en el colegio estatal, éste último debía pagar al consejo una suma considerable de pesos.

4 – El uso horario de estas comunidades no cambia ningún día del año, por lo que existe una diferencia horaria de una hora entre las grandes ciudades de Chiapas y sus pueblitos. Durante 6 meses, aquí son las cinco y a diez minutos son las seis. Ahora vas y lo cascas.

Jaime nos brindó la oportunidad de hacer varias escapadas interesantes y así nos fuímos a la Selva Lacandona. La carretera es de las más pesadas que pueden existir, si  no me equivoco cada 25 metros existía un tope (resalte), por supuesto, sin señalización…

Las primeradas paradas fueron para ver las Cascadas de Agua Azul y la de Misol-Ha. Y por primera vez en el viaje, por no decir en nuestras vidas, llegamos en temporada seca, por lo que los ríos y cascadas lucían un hermoso azul turquesa increíble.

La Selva Lacandoa está poblada por el pueblo maya Lacandón, de ahí su nombre. El día que llegamos al lugar estaba todo el pueblo de reunión. Tristemente. Y digo tristemente porque desde hace poco el gobierno de México ordenó que el pueblo Lacandón fuera evangelizado, y éste y no otro era el motivo de dicha reunión. Parece mentira que eso de la evangelización obligatoria llegue aún a nuestros días; gracias a dios dejaron atrás la espada, pero siempre haciendo uso de medidas cohercitivas. De hecho, hay tanta evangelización últimamente que hasta a los pueblos les están cambiando sus nombres, como es el caso de las actuales Belén y Betania, que no sabemos como se llamaban antes, pero seguro que así no.

Las ruinas arqueológicas de Palenque basta con mencionarlas, porque a pesar de ser unas de las más famosas y visitadas de todo México, a nosotros nos resultarón más, más…; no puedo definirlas. Pero quisiera que os hiciéseis una idea de lo que significan otras ruinas cuando llevas tantas y tantas en el cuerpo, ya dejan de impresionar, es como ir a una playa nudista, los dos primeros cuerpos chocan, impresionan, ponen o avergüenzan, después de poco rato, ya no ves ni a gente desnuda. Pués lo mismo.

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Nuestros últimos días en Chiapas los pasaríamos en Comitán de Domínguez, donde visitaríamos las expectaculares Lagunas de Montebello. Estas lagunas están tan cerca de Guatemala que la frontera cruza por una de ellas. Es divertido cuando las fronteras sólo son unas bollas en el agua, o unos monolitos en el suelo, sin policía de inmigración, cambio de monedas, duty free shops o barreras y vallas. Las lagunas forman parte de un ejido, es decir, son administradas de forma colectiva por los vecinos del lugar, que van rotando periódicamente en sus funciones. Otra forma peculiar de organización comunal que predomina en la zona.

Y el último día de despedida lo dedicamos a las casacadas de El Chiflón, la más famosa de ellas llamada Velo de Novia.

Y éste fué nuestro último spot en México. Sin lugar a dudas, un hermosísimo lugar para llevarse un hermosísimo recuerdo de un país extraordinario.

SURFEANDO CHIAPAS (Primera Ola)

Cuando tienes muchas expectativas sobre un lugar o una persona, o lo que sea, raras veces estas expectativas se ven satisfechas, muy raras veces. Chiapas se convirtió en una de esas raras veces. Para nosotros este estado era como lo más de lo más, lo muy de lo muy de México; tanto habíamos oído hablar de su belleza, de su cultura, de sus gentes, de su zapatismo, que ya llegando nos temíamos una decepción, un «bueno, está bien, pero no es para tanto». Pero no, definitivamente, Chiapas es la caña de España, la neta del planeta. Tiene tanto que ofrecer…

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«Chiapasiónate» reza el eslogan promocional del estado, y nosotros nos «chiapasionamos». Primero en Tuxtla Gutiérrez, su capital (Tuxtla significa coneja, y Gutiérrez viene de algún gobernador de por allá). No es que sea una bonita ciudad, y el calor es de lo más sofocante, pero sí es cierto que tiene algo especial. Lo más vendido allí es el Cañón del Sumidero en el río Grijalva, no en vano es la imagen del escudo de Chiapas. A nosotros no nos pareció tan impresionante como nos lo vendieron; nos tocó en temporada seca, por lo cual sin casacadas estaba bastante deslucido. Quizá por eso nos pareció un poco caro.

En cualquier caso, si visitas Tuxtla hay que dar el paseito en barco por allí.  La lancha en cuestión zarpa de Chiapa de Corzo, otro de los Pueblos Mágicos, muy cercano a la capital, en el que pudimos comer los mejores tamales de México, unos tamales de mole con pasas, cortesía de Ricardo, nuestro couchsurfer, que quitaban el hipo.

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Tan bueno estaba el tamal que pa cuando saqué la cámara ya sólo quedaba esto.

De Chiapa de Corzo es originario el traje o vestido de chiapaneca. Algunos afirman que es el más bello de México. También son famosos los Parachicos, danzantes tradicionales. Cuenta la historia que una mujer guatemalteca, o quizá española, una mujer «de maneras y pudientes» veía a su hijo enfermar más y más cada día. Visitó doctores, curanderos y brujos, pero el niño no mejoraba. Álguien le dijo que en Chiapa de Corzo podría encontrar por fin remedio. Y lo encontró. Y se puso recontenta, y lo celebró. Y los habitantes del pueblo celebraron con ella, se pusieron sus mejores vestidos, y máscaras blancas para no desentonar con la piel de la señora. Bailaban y cantaban a su alrededor. Cuando la señora entregaba los regalos a los bailarines en agradecimiento decía: “para el chico”. Hoy se sigue celebrando la festividad, pero sin señora.

La marimba, instrumento musical 100% chiapaneco, es motivo de orgullo, símbolo y referente del estado. Nosotros tuvimos la inmensa suerte de ser atrapados por sus ritmos en el Parque Jardín de la Marimba de Tuxla. Bailamos y gozamos de un excepcional ambiente festivo, de una verbena popular y populosa, donde todos, jóvenes y no tan jóvenes, locales y extranjeros, virtuosos y torpes se hermanan con las melodías cantadas por la marimba.

Y después, extenuados con tanto baile y tanto calor nos refrescamos con la mejor agua de horchata en «La Michoacana».  No es más que leche de arroz, pero ¡Dios, qué sabor!. Son muy populares en México las aguas frescas: de pepino, de sandía, de tamarindo, de limón, de jamaica… Estas aguas surgieron como contrapartida a la excesiva adicción de la gente por la Coca-Cola y similares. Pero si hay una bebida típica de Chiapas es el pozol, bebida refrescante a base de cacao y maíz, también lo hay blanco (sin cacao). Nosotros tomamos el de cacao y tiene regusto a maíz tostado. No nos apasionó mucho, la verdad.

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Agua de horchata con nieve de tuna (chumbo).

Al poco nos fuimos a San Cristóbal de las Casas. Nos esperaba el último de los Pueblos Mágicos que visitaríamos en México. Quizá el más mágico, es difícil evaluarlo, y las comparaciones son odiosas. Nos esperaba también Jaime, nuestro último couchsurfer mexicano.