Apenas le quedaban dientes a la mujer. No nos dió tiempo ni a bajar del autobús cuando nos abordó, vestida de típico traje negro con motivos florales. En la cabeza un tocado de perlas, plata y semillas de colores. Para vender, cientos de artesanías en ambos brazos. Mañana -, le dije yo en mi perfecto español. Mañana-. Al día siguiente eran tres las mujeres que me ofrecían artesanías, y marihuana. Mañana, mañana -, decían mientras me enseñaban la mercancía. Estábamos en el mercado nocturno de Luang Namtha, Laos.