SURFEANDO CHINA (Segunda ola)

Uno de mis refranes favoritos, ese que siempre he cumplido a rajatabla, es aquél de Allá donde fueres, haz lo que vieres. Y así lo he venido haciendo en mis cuarenta y dos años de vida, hasta que llegué a China. Aquí tocan las excepciones, y es que este país es culturalmente, ¿cómo lo diría sin ofender?… ummmm……., no sé, digamos que están dormidos. El régimen los tiene catatónicos desde hace varias generaciones, no a todos, por supuesto, pero la mayoría de ellos parece que se cayeron ayer de un guindo. No quiero que me entendáis mal, los chinos , de hecho, son lo mejor de China, siempre y cuando no estés en la cola de un transporte público, entrada a lugar de interés turístico o cualquier cosa por el estilo en la que haya que guardar turno, porque entonces se mutan, se convierten en Mr. China (Ola2)-289Hyde: empujan, chillan, se cuelan con descaro, pierden las formas, el respeto y la vida, si hace falta, por entrar primero o por pillar un asiento. Una vez superado el trance vuelven a su estado normal, donde son amables, cariñosos, simpáticos y risueños.China (Ola2)-287 ¡Pero no bajéis la guardia!, antes o después habrá que salir, entonces volverán a transformarse, a empujar, a chillar y lo que haga falta por salir primero. METRO-1Mención especial al metro de Beijing, donde todas las horas son horas punta, donde literalmente he visto a los de dentro empujar a los de fuera, a los de fuera empujar a los de dentro y al metro irse con las mismas personas con las que llegó. He podido ver ancianas cojas subir escalones de tres en tres y niñas pijas, que bloqueando el acceso al vagón, son pisoteadas por la marabunta mientras esperan para entrar las primeras en el próximo tren.

Hablando de trenes. En China el tren es más barato que el autobús, y eso que los autobuses suelen ser utilizados para una segunda actividad como es el transporte de mangos, cabras muertas, coliflores, sandías… China (Ola2)-286Hay varias clases de trenes: alta velocidad, asientos blandos, asientos duros, camas blandas y camas duras, también puedes ir de pie en caso de que se acaben los asientos. Es MUY, MUY, REQUETEMUY DIFÍCIL encontrar billete en cualquiera de las modalidades en largas distancias, que, por otro lado, es lo más normal en un país tan enorme como éste, aunque si pierdes alguna vez el tren no hay problema, te dan billete para el siguiente con el mismo destino sin coste adicional.

Resulta EXTREMADAMENTE DIFÍCIL comunicarse con el personal que vende los tickets, por lo que viajar en tren por China por tu cuenta es misión cuasi imposible, antes o después pierdes los nervios, la paciencia, las formas y cualquier atisbo de educación y simpatía. Hemos llegado a ver a una de las nenas de marras, totalmente bloqueada, esconderse detrás de la mesa para que no la viéramos; resultaría casi simpático de no ser por los 4.000 chinos convertidos en Mr. Hyde que tienes empujándote detrás, cosa que aguantarías con agrado si no fuera la tercera ventanilla en la que guardas cuarenta minutos de cola con un calor insoportable y un olor indescriptible; quizá todo ello, incluso, sería llevadero si no tuvieses que estar ahí por segunda vez, porque por la mañana viviste la misma película, donde la tipa que te tocó te vendió los billetes que no eran (los que a ella le salió del jigo).

Una vez dentro del tren, y especialmente en trenes de asientos duros, te encuentras con más chinos de los que caben,China (Ola2)-282 todos gritando, comiendo pipas y guarreando el vagón más allá de lo imaginable; las sinfonías de carraspeos y escupitajos son dignas de la filarmónica de Berlín, y que se saquen los mocos, se tiren pedos, se corten las uñas de los pies o se saquen las cerillas de las orejas mientras sorben té o fideos delante de tus narices son algunos de tantos detalles escatológicos que te puedes encontrar. Ahí lo dejo amigos, pasamos más o menos la mitad del viaje en éstas y me estoy empezando a calentar. Estoy esperando a subirme a un tren y más vale llevar los chacras relajados porque sino me como a alguno.

Hablando de comer, por aquí se come de maravilla, por supuesto que no tiene nada que ver con los restaurantes chinos que encuentras en España. Hay sitios cutres por 0’80€ y sitios chic por 40€, pero en ninguno de ellos te pondrán servilletas en la mesa. Normalmente son especializados: están los de arroz, los de mié (tallarines), los de dumplins…, y es frecuente que no vendan bebidas. Los de carne dibujan el animalito que venden en los carteles: vacas, pollos, perros, serpientes…, si no hay dibujo es porque cocinan cerdo. Tienen una gastronomía bastante variada y llena de matices que dá para escribir, no una entrada, sino un blog entero. Es frecuente compartir mesa con ellos. Al principio resulta desagradable, pero pronto te acostumbras a los sorbidos, carraspeos y ruidos en general.

Hablando de ruidos, son ruidosos de cojones (no encuentro mejor calificativo). En cualquier parte, EN CUALQUIER PARTE, carraspean y escupen pollos que ya quisieran los de Payán. China (Ola2)-47Ven sus películas a todo trapo en el móvil, o juegan, o escuchan música, todos a la vez, todos a todo volumen. Cada tienda tiene su altavoz en la calle anunciando a grito pelao sus ofertas, cada dependiente su micrófono con su altavoz portátil; en esta tesitura es fácil entender que entre ellos hablen a gritos. China (Ola2)-271Las motos y algunos coches y Tuc-Tuc circulan por la acera como si llevaran el claxon cogío con cinta aislante para que no deje de sonar. ¿Sabes, cuando estás en la feria entre dos casetas y tres columpios?, pues lo mismo en cada esquina de cada ciudad.

Hablando de ciudades. Son todas modernas, no existe esa China milenaria que te venden en los folletos; bueno, existe el 20% que Mao dejó sin quemar cuando se le acabaron las cerillas, pero ojo, ¡ese 20% está rehabilitado!, modernizado, y te cobran un riñón para poder verlo. Así que, no os engañéis, si venís a China encontraréis ciudades grandes con veinte millones de habitantes o pequeñitas con cinco, pero todas remodernas y en constante crecimiento. Ciudades ruidosas, como os contaba, donde los pasos de peatones sólo sirven para saber donde te vas a jugar la vida al cruzar una calle, donde para ir de una punta a la otra nadie te quita las tres horas, donde los autobuses urbanos o metros llevan el triple de su aforo, donde los taxistas no te llevan si no les sale de los güevos. Ciudades donde la ropa está tendida en las calles, donde hay servicios públicos en todas las esquinas, casi siempre con alguno cagando con las puertas abiertas, si es que hay puertas, donde estás permanentemente vigilado por cámaras de seguridad, donde los comercios son temáticos por calles: la calle de las tiendas de deportes, la de las tiendas de muebles, la de las ferreterías… en las que sueles encontrar a los dependientes durmiendo. Ciudades donde sólo encuentras wifis de milagro, y cuando la encuentras descubres que internet está censurado, y lo que no censuran lo retardan para que desesperes y desistas; ciudades donde se te quedan mirando por ser occidental, o se acercan para ver lo que haces en tu iPad, donde te hacen fotos sin que te des cuenta y donde te piden que poses con ellos para la foto; ciudades donde los niños no usan pañales, llevan pantaloncitos abiertos y mean y cagan allá donde les cogen las ganas; ciudades donde ves a pocas mujeres fumar en público, vistiendo  pantalones diminutos, tacones enormes y cuidándose obsesivamente por que no les dé el sol, donde hay pocos calvos y pocos gordos; ciudades, ciudades, ciudades…

Esta segunda ola nos ha llevado a unas cuantas de ellas: Guangzhou, Chaozhou, Xiamen, Hangzhou, Shanghái, Beijing, Taiyuan, Pingyao y Xi’an. En este periplo hemos conocido gente absolutamente maravillosa y algún que otro imbécil; hemos dormido en hoteles, guesthouses, casas de familias, MacDonalds y en la puta calle; hemos comido marranadas en la calle, delicatessen en restaurantes de lujo y comidas caseras; hemos bebido cerveza fresquita y agua caliente; hemos paseado bajo lluvia torrencial y bajo el sol de justicia con paraguas y sin paraguas; hemos aprendido un poquito de chino (mandarín); nos han engañado, nos hemos dejado engañar y nos hemos peleado para que no nos engañen; hemos ido a donde nos han recomendado y a donde nos ha salido de los güevos; hemos reído y hemos llorado; nos hemos relajado y desesperado, amado y odiado, y eso en sólo dos meses de viaje.

Ahora estamos locos por irnos, por dejar de hablar de China, por terminar esta entrada y sus fotos para dejar este episodio atrás. Es posible que en Laos nos espere más de lo mismo, seguramente sí, pero si decidimos viajar como lo estamos haciendo es precisamente para vivir lo que estamos viviendo, para lo bueno y para lo malo, en la salud y en la enfermedad, hasta que el mundo se nos acabe.

SURFEANDO HONG KONG Y MACAO

Lo primero que llama la atención de Hong Kong, al menos al llegar por tierra, es lo fácil que resulta: te subes en un metro en China y en apenas cinco minutos te bajas en HK.  Hay que cruzar una frontera, sí, pero resulta increíblemente sencillo, rellenas el papelito de marras, enseñas el pasaporte y listo, tres meses de permiso sin pagar ni un duro.

Lo segundo que llama la atención es que con el inglés te manejas de maravilla, casi todo el mundo lo habla, aunque sea con poco nivel y acento chino cantonés; después de pasarlas putas en China os garantizo que es gloria bendita.

Íbamos en metro dirección al barrio de Wan Chai a buscar un hostel baratito, pero en las estaciones hay wifi gratis, y esto es lo tercero que nos llamó la atención, además la calidad de la wifi es más que aceptable, así que checkeamos el mail en busca de la respuesta tardía de algún couchsurfer, pero no había, de modo que nos pusimos a buscar una guesthouse online. Descubrimos que en HK todas están en el mismo lugar, un edificio de 29 plantas con cinco bloques, la Chungking Mansions. En cada planta de cada bloque puedes encontrar como seis hostels, casi todos  ellos regentados por indios o turcos que ya te acosan a la entrada ofreciendo camas. Al principio choca un poco, casi diría que dan mal rollo, pero enseguida te acostumbras a ellos. En mi caso ellos también se acostumbraron a mí, el segundo día ya era conocido como el español o pokerman. El tercero ya no me ofrecían ni cama, ni hachís, ni marihuana, ni chicas, ni coaina; me ofrecían cigarros y nos reíamos juntos en la puerta. Y es que la Chungking Mansions es lo cuarto que nos llamó la atención, hay que visitarla si vas a HK, los bajos están llenos de tiendas de todo tipo y restaurantes indios y turcos, con precios muy razonables y en algunos casos exquisitos paladares.

Nos fuimos a la playa a pasar el día, aunque nos fuimos ya bastante entrado el medio día y, entre pitos y flautas, llegamos a última hora de la tarde a una playa bastante fea, pequeña y, sobre todo, atestada. Me río de Benidorm en agosto. En el autobús encontré un iPhone, nos las averiguamos para contactar con el dueño y devolvérselo al día siguiente. Nos querían dar un dinerillo como recompensa. Os podréis imaginar que no lo aceptamos, ¡sólo estamos devolviendo un móvil que no es nuestro, coño!.  Durante la charla y los agradecimientos nos interesamos por saber como se ganaba la vida por aquellos lares una Americana, y en un abrir y cerrar de ojos Alma tenía una entrevista de trabajo para dentro de dos días. ¿Os lo podéis creer?, nos salió, le salió a Alma trabajo en HK. Se desestimó por ser para un año como mínimo.

Visitamos al proctólogo en una clínica privada. No os daré detalles porque supongo, espero y deseo que si pasais por HK no lo visitéis nunca. Muy amablemente el hombre nos explicó el problema y la solución: nos animó a operarnos, pero endemientras nos mandó algunos medicamentos y pomadas. La consulta ascendió a 100€ y la operación rondaba los 3.000€, cosa que nos anima a continuar con los remedios caseros.

Cuando llegamos a HK nos embriagamos de ella, pero al poco resulta aburrida. Por muy suntuosos, lujosos, hiper-megagrandes, y postmodernos que sean sus edificios y centros comerciales (los hay por decenas), nos aburren; aunque hay que decir que lo quinto que nos llamó la atención es que puedes cruzar varias cuadras sin pisar la calle, y es que entre centro comercial y centro comercial hay pasadizos, a veces subterráneos y a veces volados, y casi siempre con aire acondicionado. Es cierto que las vistas de la bahía son espectaculares, especialmente por la noche, es lo sexto que nos llamó la atención; aunque el espectáculo de luz y sonido que ofrecen cada noche a las ocho en punto es bastante pobre, cosa que me llamó extraordinariamente la atención, esperaba mucho más. Poco más de esta ciudad: pelín aburrida, demasiado calurosa y sensiblemente cara para lo que estamos acostumbrados. Así que nos fuímos a Macao.

En la antigua colonia portuguesa lo primero que llama la atención son los indicadores y letreros, están en chino y en portugués, o lo que es igual, ¡en cristiano!.

La ciudad no da para mucho más de un par de días. Un día para pasear por el casco antiguo, visitar los barrios coloniales y las ruinas de San Pablo, de las que, por cierto, sólo queda el frontal de la fachada. La verdad, siendo españoles como somos y teniendo lo que tenemos en España, no resulta demasiado espectacular, aunque lo chinos lo flipan, y se puede entender.

Y otro día para visitar alguno de los muchísimos casinos que hay. Super hoteles rodeados del más hortera de los lujos y mega casinos llenos de chinos jugando al Baccará como locos. Nosotros visitamos los que tenian poker room y el famoso «Venetian» (el edificio más grande de Asia y tercero más grande del mundo). Me inscribí en un torneo en el casino del complejo «The city of Dreams» en el PokerStars Live, y aunque una mala jugada me sacó del torneo en la burbuja (esto es justo antes de conseguir premios), fué muy enriquecedor jugar con chinos y americanos. Y me llena de orgullo los elogios a mi juego por parte de los que consideré muy buenos jugadores de poker. Otra vez será.

 

Nos volvemos a China, con los problemas hemorroidales al menos «dormidos» de momento, y con muchas ganas de disfrutar un poquito del país.

 

 

¿Nominado para The Versatile Blogger Award?

– Fíjate tú que nos han nominado el blog para unos premios.

– ¿Qué premios?

-Los Versatile Blogger Award.

– Qué bién, ¿no?.

– Psssiii, yo que sé. No creo que merezcamos ningún premio por 20 míseras entradas que llevamos. Además, no somos bloggers, sólo contamos el viaje.

– ¿Y quién nos ha nominado?

El ojo del rincón.

-¿Y ahora?

– Ahora hay que seguir unas reglas, poner la foto del premio, publicar la entrada agradeciendo a quien nos nominó, nominar a 15 blogs y poner el enlace y contar siete cosas sobre nosotros.

– ¿Qué vas a hacer?

– Paso.

– Por lo menos, deberías agradecer la nominación.

– Si, eso sí. Muy agradecido El ojo del rincón. Es muy ilusionante que consideres este blog digno de este premio.

– Y… ¿por qué no cuentas al menos una cosa sobre ti?

– No me gustan las reglas. No las sigo.

SURFEANDO CHINA (Primera ola)

Cuando las cosas salen mal, salen mal, y a nosotros nos pillaron en Mongolia. ¿Os acordáis?. Lo primero que hicimos en Herenhot, China, fué esperar el tren con destino a Hohhot para encontrarnos con Daniel, el gaditano, y surfear una ola que nos llevaría hacia el oeste, a la China recóndita y al Kirguistan. China (Ola1)-1 China (Ola1)-2Y esperando en la estación nos comimos unos noodles que compramos en Ulán Bator para el viaje. ¡ERROR!. ¿Noodles de Mongolia?. Si os estáis imaginando lo peor estáis acertando de pleno. Esos fideos malditos provocaron una reacción intestinal en cadena, una serie de catastróficas desdichas que nos han jodido, o casi, los primeros veinte días de viaje por China. Pero este no es un blog de lamentos y quejas, de modo que podéis, y debéis reíros con nuestras desgracias, al fin y al cabo nosotros también lo hacemos.

Hemos pasado por Hohhot, Yinchuan, Lanzhou, Chengdú, Guiyang y Yangshuo, y en todas ellas hemos visto nada o casi nada que podamos mencionar a modo de interés turístico, en cuanto a experiencias vamos sobraos.

En Hohhot  paramos en un hostal «ilegal» esperando a que Alma se repusiera. Hay que saber que no todos los hostels de China tienen licencia para albergar extranjeros (es el caso). Lo negoció Dani y nos permitieron hospedarnos con la condición de que no nos dejasemos ver por los vecinos y clientes. Así pasamos nuestros primeros tres días en China, cuasi escondidos, cagando deprisita (todos menos Alma) antes de que álguien pudiese venir al baño compartido, y saliendo y entrando furtivamente por las noches.

Aunque el estado de salud de mi compañera no mejoraba, decidimos partir rumbo a Urumqi, de modo que nos fuimos con nuestros pasaportes a comprar el billete. China (Ola1)-19No había para hoy, ni para mañana, ni para pasado… ¡Así se pierden las olas, amigos!. Hay que saber que conseguir billetes para el tren en China sobre la marcha es poco más o menos imposible. ¡Son 1.400 millones de chinos!, a poco que unos cuantos decidan moverse llenan los trenes para varias semanas. China (Ola1)-21Si algo aprendes al surfear, es que cuando pierdes una ola tienes que mirar para atrás, porque luego vienen otras que, al final, te llevan a la misma orilla, o a una orilla mejor. En este caso vinieron en forma de trenes provinciales de corto recorrido (Travel China Guide) .

Primera parada: Yinchuan. Varias cosas que ver en los alrededores, a priori un lugar bastante apetecible. Nos las averiguábamos para hacer el tour de los sitios de interés sin tener que pagar los 300 yuanes que nos pedían los buscavidas de la estación. La fórmula pasaba por tomar un bus al centro del pueblo y allí buscarnos las habichuelas. Así lo hicimos, tomamos el bus 301 con la esperanza de otear algo interesante por la ventanilla, quizá un Starbucks con wifi (no es nada fácil encontrar wifi en este pais), una calle comercial o algo así.

China (Ola1)-22A media mañana estábamos perdidos, en un internet café de una ciudad desconocida, intentando averiguar dónde carajo estábamos y como volver. Por suerte, nos ayudó Chun Li, una couchsurfer, China (Ola1)-27con quien quedaríamos para comer y nos daría algunos «tips» para movernos por la ciudad el tiempo que nos quedaba. Cuando digo movernos, me refiero a Dani y el que os escribe, porque mi compañera de aventuras pasó la tarde dormitando en el banco de un parque,  con una tremenda crisis hemorroidal, China (Ola1)-37China (Ola1)-34custodiada por los viejos del lugar (en China los viejos se reunen en los parques a bailar, cantar, jugar a las cartas y cosas así, de hecho es una de las cosas que más me han gustado de este inmenso país).

 

Por supuesto, no hubo tiempo para conocer los sitios de interés de los alrededores.

En Lanzhou los planes volvieron a cambiar. Necesitábamos tiempo para que Alma se repusiera y no queríamos seguir «amargando» el viaje de Dani. Buscamos un couchsurfer para poder estar un par de días relajadamente, tumbados boca abajo, y con niveles de higiene que estuviesen dentro del rango de lo normal. China (Ola1)-196Pasamos varios días en casa de Dong y su familia; les estamos tremendamente agradecidos por el fabuloso trato, el cariño y los esfuerzos que hicieron por ayudarnos con nuestro problemilla de salud. Aunque por unas razones u otras no nos pudo visitar ningún médico, acudimos a varias farmacias a por medicamentos propios para las hemorroides, para entonces ya habíamos hecho uso de un mix de remedios caseros españoles, China (Ola1)-74chinos y medicinas tradicionales y nuevas, pero aquello no mejoraba. Apenas pudimos dar dos paseos por Lanzhou antes de irnos a Chengdú a molestar a otra familia.

Llegamos a Chengdú con la intención de ver pandas, un parque nacional chulísimo y un mega buda en una roca. Un día para cada cosa, siempre intentando arribar a los nuevos lugares como si no tuviesemos «un grano en el culo» jodiéndonos la vida, pero lo teníamos. China (Ola1)-101 China (Ola1)-105Pasar ocho horas sentados en un autobús para caminar por montañas empinadas no era la mejor de las ideas, así que, finalmente, sólo pudimos ver los pandas y, para colmo, salimos decepcionadetes de allí, creíamos que ibamos a una reserva natural con animales en estado salvaje, o casi salvaje, y el Panda Park no es más que un zoológico monográfico, mu limpio, mu bonico, mu bien organizao, pero no resultó atractivo para nosotros. Por cierto, los pandas preciosos.

China (Ola1)-119Apenas un paseo por Chengdú y el apartamento de Mike y Cindy (hay que saber que los chinos se ponen nombres ingleses porque los suyos no hay dios que los pronuncie), completó nuestro apasionante paso por esta ciudad.

Nuevamente, el siguiente destino, Guiyang, lo marcó la disponibilidad  de los trenes . Allí el objetivo era parar tan sólo un día para ver las cascadas de Huangguoshu, China (Ola1)-156las más grandes de China, y seguir con nuestro camino. Contra todo pronóstico todo salió de maravilla. Llegamos por la mañana a casa de Paul, quien además de darnos tickets de entrada nos acompañó a la excursión. Al pricipio parecía que se nos torcía la cosa porque las entradas estaban caducadas, pero nos las ingeniamos para colarnos por la puerta de atrás, así que visitamos las waterfalls gratis. (No hemos hecho un sólo viaje en nuestra vida sin visitar waterfalls).

China (Ola1)-159 China (Ola1)-160Por la noche un amigo de Paul nos invitó a una de las más suculentas cenas que hemos tenido desde que salieramos, y lo hizo porque estamos haciendo lo que queremos hacer, por cumplir nuestro sueño; es asombroso como la gente en lugar de sentir envidia siente empatía y trata de ayudarnos, o recompensarnos por hacer lo que hacemos. Si visitáis alguna vez Guiyang, no dejeis de cenar en este restaurante:

China (Ola1)-162

Última parada: Yangshuo. Una ciudad pequeñita y muy turística, llena de cosas que ver y hacer. No obtuvimos respuesta de couchsurfing y tocó guesthouse.  China (Ola1)-197En Yangshuo es común alquilarse bicis y pasear por los alrededores, pero, dadas las circunstancias, preferimos pillarnos una scooter cómoda de asientos acolchados. Pasamos un día de fábula dando motazos,China (Ola1)-185 perdiéndonos por las aldeas de los alrededores y visitando campos de té. Pero al final del día sobrevino la catástrofe y nos pasamos los dos días siguientes metidos en la habitación, tumbados boca abajo y saliendo apenas para comer.

Y nos fuimos para Shenzen, en la frontera con Hon Kong; no sin antes «pelear» con la chica de la agencia porque compramos billetes para el bus cama y nos quería meter en asientos. En condiciones normales quizá me hubiese callado la boca y hubiese aceptado el descuento, pero no estaba dispuesto a renunciar a que Alma viajase tumbada, así que lié el pollo, mas bien el chicken, porque lo hice en inglés; por cierto, no se me dá nada mal discutir en inglés, me sorprendió lo clarito, fluidito y convincente que puedo llegar a ser. Nos fuimos en bus cama.

Ya veis que calamitosos han resultado ser estos primeros 20 días en China. Volveremos, y esperemos que en mejores condiciones porque en Hong Kong nos espera una cita con el proctólogo.