SURFEANDO MALASIA Y SINGAPUR

Hablar de nuestro paso por Malasia y Singapur, sabiendo que no tenemos fotos para ilustrarlo, se me hace muy, pero que muy cuesta arriba. Pero no podemos abandonar este proyecto, no podemos dejar de contar nuestro viaje ahora, de modo que trataremos de describir aquellas fotografías que guardamos en nuestra retina, y que allí estarán para siempre.

Entramos a Malasia caminando. Nadie cruzaba la frontera en esos momentos, de modo que todo resultó muy rápido y sencillo. En apenas unos metros, pasamos de un país budista a uno musulmán; otra vez cambiabamos el idioma, la moneda, la cultura. Después de más de dos meses en nuestra amada Tailandia recuperamos el espíritu viajero, la emoción por descubrir nuevas cosas, nuevas comidas,  nuevas gentes.

La primera parada era Kota Barhu. No es una ciudad especialmente interesante, pero nos enamoramos de sus mercados. Apenas te aproximas te invaden mil y un olores: frutas, verduras, carnes, especias, comidas…; todos se mezclan en un intenso cóctel que cambia de matiz a cada momento. En el centro, el mercado se abre en una hermosa plaza interior de forma octogonal y las paredes están pintadas de intensos colores desde la planta baja hasta el cuarto piso. Los puestos están perfectamente organizados en hileras, son tarimas de un metro de alto donde exponen verduras, especias, carnes, pescados, dulces… Las mujeres, con sus pañuelos en la cabeza, se sientan en medio del género, ordenando o preparando constantemente bolsitas y frascos que previamente alguien les ha encargado.

Como en casi todos los mercados del Sudeste Asiático, en éste también se puede comer, en el primer piso se encuentran todos los restaurantes. Normalmente, la comida está ya preparada y la exponen en bandejas para que tu elijas entre lo que mejor pinta tenga. El laksa (sopa de pescado picante) es uno de los más famosos platos de por allí, y siempre hay bandejas con pollo y pescado cocinado de diferentes formas, y con diferentes salsas, que se sirven con un buen puñado de arroz blanco. Si pides más pagas más, si pides menos pagas menos.

También pasamos por Kuala Terengganu. Es una ciudad ya más grande, con más cositas. Lo más es la Mezquita de Cristal; es una construcción moderna, las paredes son de cristales o espejos y los techos son negros. Está edificada casi sobre el agua en una pequeña isla en la bahía, y aunque no es especialmente grande, resulta espectacular y de una belleza bastante intensa. En la misma isla está el “Taman Tamandu Islam”; es un parque en el que se encuentran reproducidos a escala, los veintitantos edificios más importantes del Islam en el mundo, como la Mezquita de la Roca, el Taj Mahal o la Alhambra. Entramos por eso, por ver la reproducción de la Alhambra, y porque todo el mundo lo pone como imprescindible. A nosotros, la verdad, nos gustó poco o nada; y la Alhambra… bueno… sí… se parecía un poco, pero lo más llamativo era el Palacio de Carlos V,  que no es precisamente musulmán.

Pasear por el barrio chino de Terengganu está muy bien; es básicamente una calle principal llena de comercios y restaurantes, atravesada por numerosos callejones de metro y medio de ancho. Todos ellos son especiales por algo: uno por estar pintado de graffitis, otro por tener un “techo” de paraguas de colores, otro por tener una valla con candados y mensajes de amor en las paredes (nosotros dejamos el nuestro), otro dedicado a las tortugas, con baldosines formando cuentos… Por las noches, en el paseo de la desembocadura del río se montan miles de puestos de todo lo imaginable, desde comida a ropa de segunda mano, los árboles lucen con diferentes colores y es bastante mágico.

No fuimos a las playas de Terengganu por dos razones: una es que estaban esperando el monzón y, por lo tanto, todo estaba cerrado, la otra es que veníamos de pasar unos días en las Perhentians.

Estuvimos en «Kecil», o lo que es igual, la pequeña, la de los mochileros, la barata, porque la grande está llena de resorts. Perhentian Kecil es brutalmente hermosa, las aguas son cálidas y cristalinas, absolutamente transparentes y llenas de pececillos, las arenas blancas y finas, el interior es salvaje, selva donde, como diría mi suegro, no cabe más verde. No llega la red eléctrica, de modo que los sitios tienen sus propios generadores; en las guesthouses no hay luz durante el día, sólo por la noche, y eso está bien, es mágico, y le suma puntos a la isla en su carácter paradisíaco, porque la verdad es que aquello es un auténtico paraíso. El problema es que llegamos fuera de tiempo, apenas quedaba nada abierto. Nosotros queríamos hacer un poquito de buceo porque es baratísimo, pero nos tuvimos que contentar con hacer snorkeling. ¿Contentar?… ¡Qué pasada!… ¡Qué experiencia!. Buceamos junto a tortugas, mil peces de mil colores, tiburones… y además, de eso sí tenemos fotos.

Nos fuímos de Terengganu a toda prisa para llegar a tiempo a la fiesta de cumpleaños de Patrick en Singapur. Una fuerte insolación me llevó todo el viaje con fiebre, y al mismo tiempo asustado, por si no me dejaban entrar al país pensando que fuese un infectado de Ébola.

Muy cansados, fiebrosos y con diarrea nos encontramos con problemas en la frontera. Primero, nos llevaron a las oficinas de inmigración porque es la segunda vez que visitábamos Singapur y en el pasaporte, al ser nuevo, no constaba el sello de entrada o salida, de modo que ‘pa dentro’, ‘pa la oficina’ a ser interrogados.

«¿Por qué habéis venido?. ¿Cuánto tiempo vais a estar aquí?. ¿ A qué te dedicas?. ¿Teneis problemas con el dinero?….»

Pasado el trance, llegamos al control de equipaje, donde me descubrieron el montón de tabaco que había comprado en Tailandia. Otra vez ‘pa dentro’: registro en profundidad de mochilas, charla del policía de turno explicando que para entrar con MI tabaco tenía que pagar unas tasas de mas de 100$. La fiebre no me dejaba pensar, el cansancio me tenía muerto, con todo fuí capaz de decir que tiraran el tabaco delante de mí a la papelera porque no se lo iba a fumar nadie a mi costa. No me dieron ni el paquete que llevaba abierto.

Llegamos a casa de Pat a tiempo para la fiesta, pero la fiebre no bajaba, me la pasé durmiendo en el sofá, mientras, a ratos, oía como se lo pasaban pipa.

Durante nuestra estancia en Singapur salíamos de la casa sólo para comer. No nos gusta Singapur.

Decidimos irnos para Australia en avión, lo de los barcos es demasiado difícil y requiere demasiado tiempo: o gastar el dinero en comer y dormir durante días (o semanas) para viajar gratis, o gastar el dinero en un billete de avión y llegar yá.

Nos fuimos a Melbourne.

UNA MALA OLA

Sucedió cuando llegábamos a Australia. Aún no sabemos de qué forma y manera. Cuando dabamos nuestros primeros pasos por Melbourne advertimos que nos faltaba algo, ni más ni menos que la bolsa de la cámara de fotos , con la cámara y con los discos duros que contenían todas las fotos de nuestro viaje en alta calidad.  Buscamos en el tren, pero en el tren no estaba. Buscamos en el autobús, pero en el autobús no estaba…, ni en el aeropuerto, ni en el avión, tampoco en «objetos perdidos» de las compañías de tren, autobuses o aeropuerto.

Es un auténtico drama del que dos semanas después hemos sido incapaces de recuperarnos.

Ahora estoy tratando de escribir nuestro paso por Malasia y Singapur, ¡pero no hay fotos!. ¿Cómo lo hago?, ¿cómo describir todos los lugares maravillosos que exploramos?, ¿cómo continuamos con el proyecto del blog sin poner imágenes?…
Con el Ipad podemos hacer algunas foticos resultonas para los posts del Facebook, pero el blog es otra cosa, supongo y espero que podáis ver la diferencia.
La cuestión es que no nos rendimos, tenemos que hacernos con un nuevo equipo fotográfico y no lo podemos pagar, pero tenemos muchos y buenos amigos, seguidores y compañeros virtuales que viajan con nosotros en esta fabulosa aventura, en este sueño hecho realidad.
¿Os imagináis lo que estamos pensando?.
¿Sí?.
Pues eso, eso es lo que estamos pensando, ni más ni menos que poner en marcha un crowdfunding, para que entre todos nos echéis una manita y consigamos continuar mostrando, como mejor sabemos, todos los maravillosos lugares que surfeamos; que podamos presentaros a las maravillosas gentes con las que nos encontramos en nuestro camino. Pero el crowdfunding como tal tiene un problema: si no se consigue todo el dinero en un tiempo determinado se pierde todo, y eso no nos gusta nada.
Al final dejamos un número de cuenta bancaria y una de Paypal para que todos los que queráis aportéis unas pelillas. Si llegamos a completar el presupuesto, compraremos un equipo de iguales características al que veníamos utilizando hasta ahora. En caso de no llegar, nos haremos con el mejor equipo posible con lo recaudado. Y si, desafortunadamente, no llegara para un «mal» equipo siquiera, nos tomaremos unos vinos a vuestra salud.
Necesitamos muchos aportes de muchos amigos. Corred la voz, compartid, comentad, que se sepa que un par de locos necesitan pelas para seguir con el proyecto de un blog maravilloso.
Si tenéis empresa o conocéis empresarios, prometemos hacer mención en todas y cada una de las entradas que publiquemos (dentro de lo que WordPress permita hacer en nuestra cuenta).

Os queremos. Queremos seguir publicando fotos, aprendiendo con vosotros, viajando con vosotros.

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Muchas gracias.