SURFEANDO TEQUILA Y GUADALAJARA

En Semana Santa, mientras Pedro asistía a un congreso en Cancún, nos fuimos de viajecito con Nadx e Iyari a Querétaro, donde nos esperaban los papás de Nadx; no sin antes hacer algunas paraditas en el camino.

México es muy grande, es enorme. Y las carreteras son malas, incluso las buenas son, a lo sumo, regulares. La gasolina no es especialmente barata y la tiene monopolizada el estado. Pero como el dinero del petróleo y los impuestos no son suficientes, ponen casetas (que son peajes de tó la vida de Dios). ¡Y Carísimas!. Pero bueno, ya sabíamos que en México te asaltan en las carreteras, así que, ni modo.

El primer alto fué Tequila. Llegamos después de parar por vomiteras, berrinches y toda clase de diversiones propias de viajar con un bebé a bordo. Pero llegamos.

Un tour en el «barrilete» nos llevaría de visita a las bodegas «Casa Maestri».

Nos esperaba una degustación de tequilas que nos puso a todos contentos. Y por cosas de la vida la tomamos dos veces, así pués, nos pusimos recontentos.

Aprendimos sobre el agave, su piña al natural está muy dulce, tanto que  se hace miel. Pero el rey de los productos elaborados con esta cactácea es, sin duda, el tequila. Aprendimos que esta planta tarda en ser productiva como de ocho a quice AÑOS. Algunas bodegas de por aquí fabrican millones de litros, por eso los más puristas dicen que ya no hay buen tequila, sólo les queda el mezcal. Probablemente ya sean agaves transgénicos, preparados para madurar en meses. Probablemente tienen no sé que químicos. Quién sabe. La cuestión es que bueno, o no bueno, estabamos en Tequila y, por supuesto, cayó una

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Y con «la cruda», que así es como llaman por aquí a la resaca (qué bonito suena, ¿verdad?), nos fuimos a Guadalajara.

El centro histórico es bonito. Guadalajara es la segunda ciudad más grande de México. Tuvimos el placer de hospedarnos en el «Hotel Francés». Realmente bonito, fué el primer hotel que hubo en Guadalajara. Pero lo mejor de lo mejor es que en él se rodó Justicia Salvaje, con Charles Bronson, allá por 1983. ¡Wow!.

Gastronómicamente Guadalajara destaca por sus típicas tortas ahogadas, resumido a lo bestia: un bocata de carne sumergido, literalmente, en salsa. Sépase que por aquí, los bocadillos son tortas, y las tortas pan (a veces pan dulce).

Aparte de los paseos, las charlas y colaboraciones con grupos de «hip-hop», para nosotros lo más interesante resultó ser uno de los tantos miles de charlatanes que hay por aquí. Primero nos enganchó un poco el espectáculo. Luego nos enganchó dándonos una carta de la baraja. Cuando el espectáculo perdió totalmente el interés no podíamos irnos con la carta, ni queríamos interrumpirlo. Pero cuando tocaba participar, mi compañera y yo no ibamos al compás del hombre, y eso no le gustó. Y nos arrebató las cartas. Y nos auguró algún mal presagio. Y nos echó del círculo mágico.

Y a la mañana siguiente nos fuimos a Querétaro. Nos perdimos. Nos encontramos. Y justo a la hora de comer, llegamos a Querétaro. Y como era la hora de comer, nos recibieron así de bien.

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Exquisito mole de México.